Turbia campaña en Brasil
Seguidores de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, el 15 de septiembre en Rio de Janeiro (AFP/Vanderlei Almeida)
¿Corrupción, nepotismo, incompetencia? Un beso y hasta la próxima
Junto a unos 202 millones de brasileños, soy testigo de la campaña electoral más peleada y más turbia que Brasil vive en su historia reciente. En varios debates televisivos de rígido formato, con preguntas, réplicas, contrarréplicas y hasta ‘tríplicas’, los rivales en el balotaje del próximo domingo se acusan directa o tácitamente de corrupción, nepotismo, incompetencia, de conducir bajo efectos de drogas y alcohol, de mentir y hasta de agredir a mujeres o usar tácticas de propaganda nazistas.
Tras dos horas de cruzar ataques y miradas fulminantes, bajo los intensos focos de las cámaras que transmiten cada uno de sus gestos a decenas de millones de telespectadores, la presidenta Dilma Rousseff y su rival Aecio Neves se besan en ambas mejillas maquilladas y sudorosas, se felicitan mutuamente.
Después de seguir atentamente siete debates presidenciales entre los de la primera y la segunda vuelta, puedo decir que es surrealista, por no hablar de esquizofrénico.
Un 71% de los votantes de ambos bandos han deplorado los golpes por debajo de la cintura, muchos de índole personal, que han surgido en estos verdaderos duelos verbales, sobre todo en los últimos tres pre-balotaje, donde Rousseff tiene como estrategia generar dudas sobre su rival, mientras Neves argumenta defensa propia.
Quizás por las airosas quejas de 'petistas' (simpatizantes del gobernante Partido de los Trabajadores, izquierda) y 'tucanos' (votantes del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, centro) el tercer debate entre ambos fue bastante más civilizado -y aburrido-, con más discusiones sobre temas claves como salud, educación o seguridad, aunque tampoco faltaron los cuestionamientos éticos. Sin hablar de una iluminación pésima que dejó a Neves con cara de mal afeitado y grandes ojeras, e hizo a un internauta comentar que Rousseff “pasó de caucásica a negra y luego a bronceada”.
¿Cambio de estrategia, o solo una pausa antes de que se reanude la riña de gallos en el cuarto y último debate este viernes, a menos de 48 horas del balotaje, en la TV Globo? Una batalla que será clave para convencer a casi 28 millones de electores que no votaron en la primera vuelta y a otros 10 millones que están indecisos o que votaron nulo en el primer turno.
Dilma Rousseff y Aecio Neves en un debate televisivo en Sao Paulo el 14 de octubre (AFP/Nelson Almeida)
Un país en dos tajadas
Brasil está polarizado, aunque los últimos sondeos otorgan ventaja a Rousseff, una exguerrillera que fue torturada y encarcelada en la dictadura, sobre Neves, exsenador y exgobernador del estado de Minas Gerais, nieto de presidente.
A grandes rasgos, es la división entre pobres y ricos, entre el noreste pobre que se ha tornado una fortaleza para el PT y las metrópolis ricas del sur y sureste que apoyan a Neves, entre los beneficiados por los programas de subsidios directos para familias pobres y viviendas populares del gobierno y los que se oponen a él.
Pero no solo eso, sino también entre los que ansían un cambio tras 12 años de gobierno del izquierdista PT -los últimos cuatro de magro crecimiento y con un PIB que cerrará 2014 cercano a cero-, y los que aseguran que el PT ha mantenido el empleo y los salarios pese a la crisis internacional y solo su foco en los más desfavorecidos ayudará a reducir la enorme desigualdad en Brasil.
Varios analistas políticos creen que la presidenta de 66 años ha conseguido superar a Neves en los sondeos debido a los ataques personales al tucano, de 54, así como a las fuertes críticas sobre sus dos mandatos como gobernador del estado de Minas Gerais (sureste). Los sondeos señalan que el rechazo a Neves ha crecido varios puntos mientras el de Rousseff ha bajado.
Personalmente, no puedo dejar de sentir que los ataques embarran la cancha para ambos rivales, contribuyen al sentimiento de que los políticos "son todos iguales" y perjudican a las instituciones en este país ya asqueado de la corrupción e ineficiencia de sus servidores públicos, sobre todo en el Congreso, como reflejaron las masivas manifestaciones callejeras de 2013.
"El noreste pobre se ha tornado una fortaleza para el PT" (AFP/Raphael Alves)
Titanes en el ring
El aire del estudio se cortaba con cuchillo cuando Rousseff preguntó a Neves en el primer debate si respetaría la ley contra la violencia doméstica si es electo. Sin aludir directamente al caso, la presidenta levantó de esta manera un rumor que explota en las redes sociales. Un viejo blog de un respetado columnista deportivo, Juca Kfouri, señaló en 2009 que Aecio Neves -entonces gobernador de Minas- empujó y golpeó a su acompañante en una fiesta en un lujoso hotel de Rio de Janeiro. Kfouri citó una sola fuente anónima como testigo. Neves lo niega vehementemente, y su esposa también.
"Yo, candidato, no manejo bajo los efectos del alcohol ni de las drogas", lanzó Rousseff a su rival en el segundo debate, tras recordar que Neves fue parado por la policía y se negó a hacer el test de alcoholemia.
"¡Yo tampoco!", respondió un airado Neves, que tiene fama de fiestero y playboy y tenía en ese momento la libreta de conducir vencida. "Inadvertidamente" no se dio cuenta de hacer el examen y se disculpó por ello, respondió.
"Yo no inventé el nepotismo, candidato (...) No puede tener un hermano, una hermana, un tío, tres primos y tres primas" en su gobierno, le dijo también Rousseff, cuestionando a Neves porque su hermana trabajó en su gobierno de Minas Gerais.
La presidenta hasta tuvo un ligero malestar en vivo inmediatamente tras el fin del debate, que atribuyó al esfuerzo exigido y a una caída de presión.
Al debate siguiente, Neves respondió que su hermana hizo trabajo voluntario en su gobierno, sin recibir salario, y acusó a Rousseff de ayudar a su propio hermano a encontrar trabajo en la alcaldía de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais: "La diferencia es que mi hermana trabajó mucho y no recibió (sueldo) mientras que su hermano recibió y no trabajó", lanzó.
En el último debate en TV Record, Neves centró sus ataques en las denuncias de sobreprecios de contratos en la estatal Petrobras para financiar al PT y sus aliados. "Existen dos alternativas", dijo a Rousseff. "O usted fue connivente [con los desvíos denunciados] o fue incompetente para cuidar de la mayor empresa pública brasileña", afirmó.
Aecio Neves y su ex rival y luego aliada Marina Silva, el 17 de octubre en Sao Paulo (AFP/Nelson Almeida)
Rousseff le ha acusado de construir un aeropuerto en la hacienda de su tío en Minas Gerais, y de dejar de invertir unos 3.000 millones de dólares previstos para la salud pública. Pidió a los telespectadores chequear la información en el portal del tribunal de cuentas del estado. Pero la página del tribunal salió del aire tras su declaración, sin explicación.
Aunque el último debate fue relativamente pacífico, la guerra continúa a todo tambor en mitines, en la propaganda electoral y en las redes sociales.
Por decisión de la justicia electoral, Neves tuvo que retirar publicidades con un viejo audio de Rousseff diciendo que éste era "uno de los mejores gobernadores de Brasil".
El PT por su lado debió retirar un video en el que Lula repite que Neves es un "hijito de papá" y pregunta dónde estaba mientras Rousseff a los 20 años luchaba por la democracia (posiblemente jugando a la pelota, porque entonces tenía 10 años).
El tema de la supuesta agresividad de Neves contra las mujeres también sigue presente en la campaña. "Aecio ha mostrado dificultades en respetar a las mujeres", dice una propaganda televisiva del PT, por la cual Neves ya anunció que procesará a Rousseff por difamación e injurias.
Neves acusa al PT de utilizar tácticas nazistas. "Su 'marketinero' en verdad me parece discípulo de (Joseph) Goebbels, ministro de Información nazista de Hitler, que decía que una mentira repetida mil veces equivale a la verdad", se quejó en referencia al renombrado Joao Santana, el artífice de la campaña de Rousseff.
Un furioso Lula rebatió con la misma moneda estas acusaciones en un mitín junto a Rousseff en el noreste. "De vez en cuando parece que nos están agrediendo como los nazistas agredían en la Segunda Guerra Mundial. Son intolerantes. El otro día les dije, ustedes son más intolerantes que Herodes, que mandó matar a Jesucristo cuando nació, con miedo a que se tornase el hombre que se tornó. Y ustedes quieren acabar con el PT, con nuestra presidenta, quieren ridiculizarla, acusarla de poco seria. Eso solo puede ser hecho por un hijito de papá".
Dilma Rousseff en un corazón. Rio de Janeiro, 20 de octubre (AFP/Yasuyoshi Chiba)
Virulencia en la red
En las redes sociales, donde más de 35 millones de internautas comentan los debates en vivo sin tapujos ni filtros, el tono es mil veces peor, plagado de prejuicios, insultos y groserías, incluso entre amigos (o examigos a esta altura).
"Me siento como un extranjero en mi propio barrio", me confesó un amigo brasileño que vive en Ipanema, uno de los barrios más ricos de Rio, y que dice “soñar” con un triunfo de Rousseff. Ya ha pedido a sus amigos de Facebook que votan a Neves que dejen de insultarle y que respeten su posición política. “Soñé que podríamos tener un nuevo ministro de Hacienda, después de cuatro años sin ninguno. Soñé que los 10.000 millones de dólares (presuntamente desviados de) Petrobras serían devueltos y la policía distribuiría un montón de tobilleras electrónicas para los responsables del ‘mensalao’”, el escándalo de compra de votos de legisladores orquestado por el PT durante el primer mandato de Lula, escribió en su muro uno de sus conocidos.
Fue en las redes que surgió también uno de los misterios de la campaña: el apoyo a Aecio Neves de la actriz estadounidense Lindsay Lohan, conocida por sus problemas con la ley debido a excesos de alcohol y drogas, vía Twitter. Tras una ola de bromas virtuales, el tuit de dudoso valor político para Neves desapareció. El PSDB dijo desconocer el apoyo de la actriz.
A veces siento que ocho debates en poco más de un mes es demasiado, y el nivel de la discusión muchas veces da pena. Cada vez se asemejan cada vez más un show orquestado por marketineros políticos, expertos en ‘media training’, asesores de imagen (con colaboración de cirujanos plásticos, dermatólogos, famosos diseñadores y maquilladores), fonoaudiólogos y demás. Pero a pesar de los defectos, es sano para este país que tuvo hasta 1985 una larga dictadura militar ver a los candidatos interactuando, explicando sus propuestas y respondiendo en vivo a fuertes acusaciones solo con el verbo como arma.
Si se tratase solamente de comparar las propuestas de cada candidato, los brasileños verían que hay más coincidencias que discrepancias. Quizás por eso los debates terminan con besos y hasta felicitaciones mutuas, pese a todo lo dicho.
Laura Bonilla es Jefa de redacción de AFP en Brasil.